Y así empezaba uno de
los poemas más famosos de Antonio Machado y mi viaje.
Como ya os dije el
otro día si hace un año me encontraba viviendo en un salón, ahora acabo de
llegar de uno de los viajes que probablemente marquen un antes y un después en
mi vida. Hace aproximadamente un mes, el 7 de Abril exactamente me encontraba
en uno de mis tradicionales fines de semana de explorador por Nueva Zelanda que
consisten básicamente en ir con mis amigos de aquí a visitar cualquier lugar
cercano a Auckland. Uno de ellos tiene coche y todo se hace más fácil.
Yo tenía planeado
ahorrar un poco de dinero y viajar durante un mes en Julio (invierno aquí) y
recorrerme la isla sur. Tras un pequeño debate con mis amigos me hicieron ver
que en invierno todo va a ser complicado y aunque estemos en otoño que llueve y
hace frio todavía no han empezado las nevadas ni las tormentas de una semana.
He de decir que me abrieron los ojos porque aunque no me importaba viajar en
invierno es mucho más cómodo viajar cuando el tiempo no es tan malo.
Como os he dicho eso
fue el 7 de abril, en el viaje de vuelta de una de mis excursiones. En cuanto
llegue me puse a buscar las diferentes posibilidades para hacer el viaje y lo
más barato que encontré fue un billete de avión a Christchurch desde Auckland
por 126$ con el equipaje de 20 kg incluido. Cuando me quise dar cuenta tenía en
mi poder un billete de avión para el día 10 de abril y ya era día 8 por la
tarde. Me puse enseguida a preparar el equipaje y me di cuenta de que no tenia
ningún tipo de refugio para dormir (tienda de campaña, funda vivac, refugio de
emergencia) Por lo que decidir ir a comprar uno por si las condiciones
empeoraban. Finalmente me decante por la funda vivac (funda impermeable para el
saco de dormir, Una tienda de campaña sin mástiles) principalmente por el peso
que es de 500g y es fácil de transportar en el avión y dentro del equipaje.
Al volver a casa me
di cuenta de que me había gastado todo mi dinero en el billete y en la funda
vivac así que aquí empezó la aventura, una vez más tenía que sobrevivir al
sistema sin su mayor exponente la moneda. Me encontraba a tan solo unas horas
de la salida de mi avión y solo me quedaban 40$ en efectivo. Rápidamente me
puse a preparar la mochila para sobrevivir los 14 días que iba a estar fuera.
Uno de los problemas de no tener dinero es que tenía que hacer todo en
autoestop, y que tenía planeado hacer varias rutas de montaña de hasta 4 días,
lo que significaba estar con la mochila a la espalda durante mucho tiempo, Y
necesitaba llevar la comida de todos los días.
Lo mejor para
este tipo de circunstancias es llevar el menor peso posible, que precisamente
es bastante complicado, principalmente por la comida. Para ahorrar peso,
llevaremos principalmente comida deshidratada que si no
comprar las delicatesen que venden para alta montaña (que son bastante caras)
Buscaremos comidas tradicionales como pueden ser las lentejas, el arroz, pasta
(ocupa más espacio), el puré de patatas en polvo, la leche en polvo, harina,
frutos secos, azúcar, fruta deshidratada y demás productos que se os ocurran
que no lleven agua. No os aconsejo latas, ya que aunque sean una tentación
bastante grande, pesan bastante y no traen tanta comida como parece.
Consejo: Poner
el arroz, el puré de patatas o las legumbres en una bolsa y mezclarlo con las
especias que queráis (sal, pimienta, orégano...) y así lo tendréis listo para
cocinar y no generareis tanta basura ya que no tenéis que llevar un paquetito
de cada cosa. O si no queréis comer todos los días con el mismo aliño ponerlo
en una bolsa aparte. También podéis incluir papillas de los niños chicos que
están muy ricas aunque son un poco más caras.
Pues lo dicho para 14
días puse en la mochila (2kg aprox) lo siguiente:
-Saco de dormir
(2kg), esterilla hinchable (mas cómoda, ligera y menos espacio, 700g) y funda
vivac (500g), total 3.2kg
-Ropa: camiseta
técnica (licra, polipro, etc), camiseta térmica manga larga, camisa de montaña
(algodón), pantalones de caminar, mallas, 3 calcetines, 3 calzoncillos,
Chaquetón (2 capas: impermeable y polar (Teoría
de las 3 capas))todo esto en una bolsa estanca (para que no se moje), Ropa
de abrigo, bragas, guantes y gorro. Peso aproximado: 3kg sin chaquetón.
-Calzado: Botas,
zapatillas de deporte ligeras (1kg)
-Utensilios: Navaja,
Cuchillo de supervivencia, kit primeros auxilios/supervivencia*,
Mechero, infernillo técnico, bombona de gas, olla (aluminio preferiblemente),
termo, Cuchara, Papel (libreta) y boli. (3kg)
-Comida: 14 raciones
de arroz (medio vaso aprox 120ml) (1kg aprox.), 750g de puré de patatas unas 12
raciones, 12 huevos duros, 750g de Avena (mas de lo que pude soportar, están
asquerosas), 14 zanahorias, 7 manzanas, (la fruta es mejor deshidratada como
las pasas, dátiles, ciruelas, etc. Pero solo pude llevar lo que tenía en la
nevera) Para el primer día tenía un poco de carne picada y 3 tomates. Peso
total aproximado 4kg, Mirar consejos
sobre el agua
Peso total (en el
aeropuerto) 17kg
Día 1- De Christchurch a Arthur’s Pass
Con la etiqueta de
“Last Bag” y tras haber corrido por toda la terminal para no perder el vuelo,
entraba mi maleta en la cinta de equipaje. Como dijo Cesar al cruzar el rio
Rubicón “La suerte está echada”. Con 30 dólares y la mochila a la espalda salía
del aeropuerto de Christchurch en una tarde despejada y esplendida. Lo primero
que tenía que hacer antes de emprender el viaje era comprar una bombona de gas
para el infernillo ya que no me pude traer mi botella en el avión. Así que
saque mi pulgar de la manga de la chaqueta y empecé a caminar en dirección al
centro comercial más cercano. En menos de una hora estaba listo y un hombre con
una furgoneta, Manu, que en
Maorí significa Pájaro, me llevo durante 30 km para sacarme de la ciudad y
que fuera más cómodo hacer autoestop, incluso yendo en dirección opuesta a la
que tenía que ir. Empezaba la tarde a oscurecerse y tenía unas 2 horas para
recorrer unos 120km hasta llegar a Arthur’s Pass, un pequeño enclave en una de
las principales rutas que cruzan los Alpes del Sur. Me costó 4 viajes y unos
cuantos km andados para poder llegar al sitio donde tenía planeado. Acababa de
anochecer. Me dispuse a preparar la cena que por ser el primer día era un
manjar, arroz con carne y tomates (manjar por lo de la carne y los tomates), y
supuestamente tendría que haber llevado huevo duro pero un astuto loro
autóctono de Nueva Zelanda el Kea, me lo robo de la mesa en una de las veces
que me gire para buscar en la mochila, ¡Malditos Bastardos!
Todavía sin luz a las
5.30 de la mañana suena el despertador y me levanto a preparar mi desayuno y un
té con mucho azúcar para el camino, recojo mis cosas tranquilamente y organizo
un poco la mochila. Con los primeros rayos de sol iluminando los picos de las
montañas circundantes emprendo mi marcha sobre las 6.30. La primera parte del
camino transcurre en el cauce del rio Waimakariri, muy pedregoso y con unos
cuantos logares donde cruzar el rio. Debía de estar dormido cuando lo cruce
porque intentando cruzarlo, me resbale y metí un pie dentro del agua, y ya que
estaba pues puse el otro y cruce. Así que si alguna vez os encontráis con un
rio no muy profundo, buscar un sitio fácil para pasar o quitaros las botas y
mojaros los pies, no hagáis como yo. Pues lo dicho no había pasado ni una hora
y ya tenía los dos pies mojados, pero había que seguir el camino. Del pedregoso
valle del Waimakariri pasa a un camino que transcurre por un bosque cerrado y
muy selvático, casi la jungla, alternando a veces con el también abrupto cauce
del rio Crow. Finalmente tras unas 4 horas de caminata llego al ansiado
refugio, esperando que no haya nadie para no tener que dormir fuera ya que no
tenía dinero para pagarlo. La única persona que quedaba en el refugio estaba
prácticamente saliendo cuando yo llegaba. Así que ahí estaba con el refugio
para mí solo y sin nada que hacer desde las 11 hasta las 7 de la mañana del día
siguiente. Mi único pasatiempo fue el ukelele que llevaba y mantener la estufa
de leña a tope para secar las botas y los calcetines. Llovió torrencialmente
desde las 13.00 hasta las 6 de la mañana del día siguiente, así que no pude
salir a inspeccionar y para no mojarme meaba desde la puerta del refugio, menos
mal que no hubo necesidades mayores.
Día 3- Ruta Crow River-Avalanche peak (día 2)
Sin duda uno de los
días más duros del viaje y en el que más miedo he pasado. El día pese a la
tormenta del día anterior, amanece casi totalmente despejado, así que decido
terminar la ruta. Me levante un poco más tarde ese día pero aun así a las 8
conseguí ponerme en marcha y a las 8:20 estaba en la base de un terraplén de
unos 1200 metros de longitud y 500 metros de desnivel aproximadamente un 50% de
desnivel de media. Lo único que había eran rocas de todos los tamaños colores y
formas pero rocas sueltas. Me costó más de 2 horas y un buen susto llegar a la
parte de arriba. Cuando estaba a escasos 200m del final del terraplén y cansado
de tanta piedra, decidí pegarme a uno de los laterales que era una pared de
unos 40m. Inconscientemente y con el propósito de evitar las rocas sueltas
empezó a subir por el acantilado hasta que me di cuenta de que estaba
prácticamente colgado del acantilado a unos 6 metros de altura de un pequeño
terraplén que acababa en un acantilado de unos 20m o así, con la mochila y todo
el equipo en la espalda. Solo 5 metros laterales distaban del próximo lugar
medianamente seguro y otro 3 del lugar donde venia, pero tras pensar por donde
había subido me di cuenta de que probablemente no podría bajar por el lugar por
el que venía. Las rocas del acantilado estaban sueltas y en un par de ocasiones
las rocas en las que tenia las botas cayeron al vacío en un aparente
interminable silencio hasta estallar en el terraplén para unirse a las demás
rocas sueltas que lo formaban. No llegue a ver mi vida en 5 segundos como dice
la gente pero sí que pensé en muchas cosas muchos recuerdos vinieron a mi
mente, estaba casi colapsado y a punto de tirar la toalla y esperar allí a que
me recogiera un helicóptero o tener la suerte de caer sobre la mochila.
Finalmente y tras unos segundos de meditación, me arme de valor y
cuidadosamente seguí avanzando hasta el siguiente lugar seguro. Gracias a que
últimamente había estado escalando bastante y me encontraba fuerte pude
conseguir llegar al otro extremo que ofrecía un camino menos peligroso hasta la
cima del terraplén. Al llegar al final del talud mi corazón latía con fuerza y
mi respiración estaba agitada, y el impresionante paisaje que tenia ante mi ni
siquiera despertaba un ápice de atención en mi. Tras recuperar durante unos
minutos conseguí volver a ponerme en marcha esta vez por un camino algo mas
señalizado pero no lo suficiente para no volver a equivocarme y subir a un pico
diferente mientras los Keas planeaban a mi alrededor relamiéndose el pico
pensando en la próxima comida. Finalmente conseguí conquistar el Avalanche peak
desde el cual un suspiro reconfortante salió de mi boca para paralizar el tiempo
y el paisaje lleno mis ojos con la importancia que merecía por primera vez en
el día.
La bajada no fue
menos dura, el cansancio y la fatiga se apoderaban de mi cuerpo y el tiempo me
presionaba para intentar llegar a la carretera lo antes posible para poder
conseguir un viaje hacia mi próximo destino.
Al llegar a la
carretera y tras esperar sin éxito durante 3 horas decidí andar los 10 km que
había hasta el lugar donde había dormido el día anterior ya que solo me
quedaban 9$ y acampar cerca del pueblo estaba completamente prohibido. Al
llegar a la zona de acampada con a noche en los talones de nuevo decidí dormir
esta vez completamente a la intemperie, sin ningún refugio para poder
contemplar la inmensa cantidad de estrellas que había en el cielo. Nunca antes
había visto tantas estrellas ni la vía láctea con tanta nitidez. Dándomelas de
perro viejo decidí dejar las cosas claras desde el primer momento con los Keas
así que esta vez me llene los bolsillos de piedras y los mantuve a raya hasta
que les quedo claro que esa noche no iban a poder conmigo y se fueron a buscar
fortuna con otras personas que también acampaban ahí.
Día 4-
Arthur’s Pass- Lake Pukaki
Como dice el refrán,
“a quien madruga dios le ayuda” y esta vez el primer coche que paso paro,
supongo que para mantener la estadística con el día anterior que no pude
conseguir ningún viaje. Esta vez era un antiguo gánster motero, de los que van
en Harley Davison, y me conto la suerte que tuvo de haber dejado la banda 20
años atrás y mudarse de isla ya que hoy en día lo habrían matado porque sabía
demasiadas cosas ilegales. También me conto que había estado en la cárcel y que
su hermano todavía seguía en la banda y que no podía dejarla. Un buen hombre
que a pesar de su pasado turbio supo salir a tiempo. Después de que un
estudiante de la universidad de Lincoln me dejara en el arcén de la
intersección con una cerveza en la mano mientras él seguía su camino hacia
Dunedin para asistir a una fiesta “épica” en la que las calles se llenan con
hasta 10000 estudiantes (cifra impresionante para la población de Nueva
Zelanda) me puse a caminar en la dirección que necesitaba tomar para llegar a
Lake Pukaki, un enclave único que me había recomendado un alemán que me había
encontrado en la cima del Avalanche Peak y gracias al cual cambie mis planes
del Lake Tekapo al Lake Pukaki.
Tras un par de
kilómetros caminados me recogió un señor también muy agradable y simpático que
tenía una granja de lechera, sin embargo también resulto ser el Rector de la
misma universidad que el chico que me había dejado poco tiempo atrás. Tras
contarle lo corto de mi historia me ofreció dinero insistentemente, el cual
rechace y le explique que solo aceptaba comida o bebida. Tras insistirme
varias veces considere que no debía de importarle tanto el dinero y acepte los
60$ que me ofreció (¡hay que ser honrado pero no tonto!) En previsión de que
aun me quedarían mínimo 6 días en Auckland hasta volver a tener dinero y que
aun tenía 10$ (me encontré un dólar en el arcén) los guarde en el bolsillo de
no tocar y seguí mi camino como si nada, “solamente con 10$”. Tuve suerte y en
un viaje conseguí llegar hasta Lake Tekapo donde pase unas horas e intente ir a
pescar donde me habían dicho pero resulto no ser buena idea ya que no tenia
cebo ni plomos y hacía falta una licencia, así que seguí mi camino hasta Lake
Pukaki, esta vez con un señor mayor de 76 años que había sido guía de montaña y
había estado en el polo sur, y me conto todas sus batallitas. Se ofreció a
llevarme hasta mi próximo destino, Mt Cook, pero tenía demasiada curiosidad por
ese paraíso del que me habían hablado y lo que había visto hasta entonces no
tenia desperdicio. Así que me quede y aproveche para darme el primer baño del
viaje en ese lago azulado por los sedimentos que acumula el glaciar que lo
alimenta y disfrutar de una impresionante puesta de sol.
Día 5- Lake Pukaki-Mt.Cook(Mueller's hut)-Queenstown
A la mañana
siguiente, como siempre me desperté temprano y anduve 3 km hasta conseguir el
primer viaje del día, un piloto de avionetas turísticas de los que aterrizan en
los glaciares, que me conto algunas historias y me dio algunos consejos sobre
la meteorología de la zona. Como era típico en las rutas que hacia siempre
conseguía recortar los tiempos oficiales que anunciaban para la ruta, esta vez
más de 1 hora en un recorrido de 3.5h de ida. Conseguí subir los más de 1800
escalones y más de 1000m de altitud que tenía el recorrido hasta llegar al Mueller’s Hut. La bajada al igual que
en Avalanche Peak fue bastante dura, pero tuve la suerte de encontrarme de
nuevo al señor de 76 años que me había llevado el día anterior hasta Lake
Pukaki, con la suerte de que se volvió a ofrecer para llevarme hasta el pueblo
más cercano fuera del parque nacional. Casualmente había ido a una fiesta el día
anterior en la que habían sobrado muchas cosas y a él le habían tocado las
bebidas, así que me volví a encontrar en el arcén con 2 latas de medio litro de
cerveza y una botella de vino blanco. Volví a tener suerte en el siguiente
viaje con el que conseguí hacer 200km y una cena gratis y un par de cervezas
gratis, gracias a un americano que trabaja en Afganistán era el que conducía y
otros dos autoestopistas que recogimos en el camino. Uno de los ingleses me
invito a cenar y ya que no salían de fiesta (por que venían de la fiesta
“épica” en Dunedin) quede con el americano que también me invito a dos trozos
de pizza. Tuvimos una charla interesante mientras yo me bebía la cerveza y el
vino que me había dado el hombre de 76 y el unas cervezas que se compro. Después
de visitar un par de bares conseguimos encontrar uno medianamente bueno en el
que me invito a una cerveza de un litro. Como no había ningún sitio donde
acampar en la ciudad me cole en un aparcamiento de caravanas y dormí entre dos
edificios y dos árboles cerca de donde había escondido la mochila
anteriormente. Mire al cielo y viendo que estaba prácticamente resguardado no
saque la funda vivac, aunque hubiera llovido esa tarde hacia una noche
agradable.
Día 6- Queenstown-Routeburn track (día 1)
Esa mañana no
necesite alarma, el frio y las gotas de lluvia que caían en mi cara hicieron el
trabajo. Había llovido y todo estaba mojado, el saco y yo que estaba dentro. Ya
había luz suficiente para que me vieran así que recogí todo lo más rápido que
pude y me gaste 4$ en la secadora del camping para solo media hora de máquina
que no consiguió secar todo el saco. Claramente un error que pague bastante
caro. Saliendo del camping uno de los vigilantes me paro pero conseguí
esquivarlo diciéndole que había venido simplemente a devolverle una cosa a un
amigo. Así que me indico la salida y ahí estaba, de nuevo en la carretera tras
un fatídico contacto con la ciudad.
Me costó bastante
tiempo llegar al punto de partida de mi siguiente ruta ya que estaba bastante
alejada de las poblaciones circundantes y era una carretera que acababa en la
ruta. Ande unos 7km en total por la carretera y gracias a un par de viajes
conseguí llegar al comienzo de la ruta. El único problema que ya eran las 12.00
de la mañana, pero no me quedaba otra opción si no andar. Como siempre mi paso
juvenil y acelerado y a pesar de llevar una carga considerable en mi espalda,
me permitió recortar el tiempo estimado en una hora aproximadamente. Al llegar
a Falls Hut (refugio de montaña), decidí seguir y pasar la noche a mitad de
camino ya que me había dicho una señora que me había recogido que había unas
piedras buenas para vivaquear. Desgraciadamente poco después de salir del
refugio uno de los guardabosques me paro preguntándome por los tickets (Si
estás haciendo una ruta de más de un día te obligan a comprar los tickets para
quedarte en los refugios o en los campings que tienen en la ruta) que
evidentemente no tenia, e intente explicarle mi situación sin decirle donde iba
a dormir. Probablemente intuyo mis planes al verme a semejante hora, casi las
15.00, y con todo el equipaje a cuestas, así que me advirtió de que llamaría a los
guardias para que patrullaran el camino y revisaran uno de los refugios de
emergencia que había a mitad de camino (que era mi segunda opción). No tenia
elección debía intentar caminar en menos de 3 horas, ya que solo quedaba ese
tiempo de luz, un recorrido de 6 horas para no estar expuesto a la multa
de 500$ que me podía caer por dormir en un sitio no permitido. Me puse en
marcha y en poco más de tres horas, me encontraba a escasos metros del segundo
refugio, Mackenzie Hut, Escondido tras unas voluminosas rocas que servían
también para vivaquear. Sin encender la linterna para no llamar la atención y
valiéndome únicamente de la luz ambiental me puse a preparar la cena y el lugar
donde iba a dormir, con algo de miedo en el cuerpo por si aparecían los guardabosques.
Día 7- Routeburn track-Te Anau-Kepler Track (día1)
Como de costumbre
levantándome antes que nuestro amigo Lorenzo, recogí todo rápido y aproveche la
nocturnidad para pasar por delante del refugio y así evitar que me vieran los
guardas. Esta vez camine más tranquilo y sin preocupaciones dado que aun era
muy pronto para encontrarme a nadie en el camino y que no me quedaba mucho para
acabar la ruta. Al llegar a Lake Howden Hut me tome la libertad de entrar y
desayunar como uno más, sin el miedo a ser descubierto sin haber pagado (ya que
los tickets los piden por la noche). Use el gas y el agua caliente para hacerme
uno de mis asquerosos desayunos de avena molida, que viene a ser una pasta
asquerosa con grumos y sin apenas un sabor especifico, y también un té. Me tome
mi tiempo, y decidí tomar uno de los desvíos que había hasta la cumbre más
próxima el “Key Summit”. A eso de las 13.30 me dejaba en Te Anau un señor muy
amable que me había dado dos manzanas, me había dicho algunos consejos sobre
donde dormir esa noche y me había contado unas cuantas historias interesantes
sobre cómo había adiestrado su perro para ser un perro de rescate. Pese a la
información que había recopilado indicándome que había un albergue gratuito
cerca de la ciudad, al preguntar en información me confirmaron que debía de ser
un error del ordenador y básicamente me volvía a quedar otra vez sin un sitio
donde dormir, ya que Te Anau es una de las bases de los guardabosques y estaba
prohibido acampar y bien patrullado todo el territorio alrededor de la ciudad.
Tras meditar las posibilidades y habiéndome informado del único camping
gratuito que había en la siguiente ruta, y para hacer un poco de tiempo decidí
ir al supermercado a por algo de carne, ya que instintivamente notaba la falta de
proteínas tras 6 días comiendo arroz. Me gaste los “últimos” 5$ en medio kilo
de carne empaquetada (rollo mortadela) y un paquete de pan de molde, y no pude
esperar a comérmelo así que me hice un par de emparedados en la misma puerta
del supermercado. Volví a caminar hasta el principio de la siguiente ruta que
se encontraba a 5km de la ciudad y otros 5km más hasta Brod Bay el lugar donde
pasaría la noche. Este camping no era gratis así que para evitar a los
guardabosques de nuevo me escondí en la costa entre matorrales de un metro y
con vistas al lago. Era ya casi de noche y estaba a punto de empezar a montar
mi campamento cuando me di cuenta de que había un barco de los guardabosques en
la costa, así que rápidamente puse todas las cosas dentro de la maleta y
aprovechándome del color oscuro de mi ropa y la poca visibilidad que había, me
camufle pretendiendo ser una roca. Para mi desgracia el barco iba mucho más
lento de lo que yo esperaba, estaban chequeando bastante bien, y la costa
estaba llena de unos mosquitos llamados “sandflies” que me acosaban
constantemente picándome en las únicas zonas que no tenia cubiertas, los
tobillos, las manos y la cara, aprovechándose de mi incapacidad para moverme.
Casi 15min duro el “checkeo” de los guardabosques y así mi pequeña tortura. Una
vez paso lo único que deseaba era meterme en el saco y la funda vivac, cerrarla
hasta arriba y despertar al siguiente día.
Día 8- Kepler Track (día 2)
¡El día más duro de
mi viaje! Tras una semana de calentamiento en diferentes rutas de diferentes
longitudes venia la prueba final. Tras haber calculado la hora perfecta para
empezar a caminar, ya que no quería llegar demasiado pronto al primer refugio
para no levantar sospechas, me pongo en marcha sobre las 6:30 de la mañana con
un largo día por delante y con la intención de batir mis propios límites. Con
la ventaja de que había caminado ya unos 5 km del camino, me puse en marcha y
en 2 horas y poco había llegado desde Brod Bay hasta Luxmore Hut donde
aproveche para hacer una parada, desayunar, y prepararme un café caliente con
mucha, mucha azúcar que había cogido en una cafetería el día anterior, para
tener energía para el resto del día, que iba a ser largo. Tras una media hora
me puse de nuevo en marcha. Afortunadamente al pasar de los 1200m de altitud
aproximadamente cruce las nubes que parecían no acabar y las deje tras de mi
pudiendo sentirme como si estuviera en el monte Olimpo con los dioses, un lugar
tranquilo, soleado apartado del mundo y por encima de todo. Un mar de nubes que
solo se rompía por los grandes picos de los Alpes del sur que formaban las
islas y archipiélagos que me rodeaban. Tras volver a bajar al mundo real,
buceando en el mar de nubes, te introducías directamente en un clima totalmente
selvático que de no haber sabido que estaba en Nueva Zelanda habría pensado que
estoy en algún punto selvático cerca del ecuador como Colombia. Sobre las 14.00
de la tarde ya había alcanzado Iris Burn Hut donde prácticamente descanse un
poco y aproveche para llenar un poco la botella de agua. El cansancio empezaba
a apoderarse de mí, mi mente se mantenía fuerte y mis músculos aun podían tirar
de mi cuerpo pero mis pies empezaban a sentir el exceso de peso y pasos. Me
quedaban apenas 4 horas y media de luz y aun tenía que recorrer unos 19km. Sin
pensarlo dos veces me puse de nuevo en marcha intentando ser constante y en las
subidas apretar bien el paso para poder ganarle tiempo a las señales que me
decían que aun quedaba 6 horas para llegar, tiempo que yo no tenía. De nuevo me
encontré con una guardabosques, esta vez ya no pensaba parar y menos con el
tiempo que me quedaba así que a pesar de que me hablo y le contesté, seguí
andando en mi dirección (contraria a la que ella iba) y no le quedo otra
alternativa que seguirme si quería intentar obtener información. Le explique mi
situación y que estaba haciendo la ruta en un día, ya que le dije que había
empezado en el aparcamiento, se asombro por que llevaba la mochila con todas
las cosas y no termino de creerme así que empezó a hacerme un cuestionario
sobre donde había dormido y donde pensaba dormir. Le dije que ya encontraría un
sitio cuando llegara a Rainbow Reach y que no se lo diría para que no viniera a
buscarme, y solté una carcajada irónica. Quizás por el ritmo que llevaba, por
que iba en dirección opuesta a la suya o por que no le di la información que
buscaba, finalmente se dio por vencida y siguió su camino. Me había librado de
la guardabosques sin mucho problema, todo iba bien. Tras 2 horas sin haber
llegado a Rocky point Shelter me entro el bajón y decidí hacer un descanso de
20 minutos para que mis pies descansaran y comer algo y tomar un poco de café,
ya que solo había comido un par de emparedados hacia más de 4 horas. Tras
recomponerme un poco, seguí caminando y para mi sorpresa había parado a escasos
500m de Rocky Point Shelter, el punto intermedio entre Iris Burn Hut y Moturau
Hut. Eso significaba que estaba en buen camino, que podría llegar a mi destino
antes de que anocheciera, y me dio fuerzas para continuar mi camino a un buen
ritmo. La noche se me echaba encima, los pies me ardían y la fatiga se empezaba
apoderar de mí, aunque aun podía controlarlos con mi mente, el gran poder de la
mente, que lleva el cuerpo a límites insospechados. Todavía no había llegado a
Moturau Hut y sabia que desde ahí todavía me quedarían unos 3 km hasta el
camping donde quería llegar. Empecé a ojear el entorno por si podía quedarme a
dormir en algún punto del camino, mi cuerpo quería parar pero mi mente no le
dejaba, debíamos llegar hasta el final. Finalmente a eso de las 18.00
logre ver el refugio y la indicación que había en la entrada donde estaban
escritos los tiempos a cada lugar, Shallow Bay 35min. Media hora más de camino
que parecía una bendición después de todo el día caminando, la emoción por
llegar me hacia andar rápido y a veces sentía casi ganas de correr solo por
llegar y poder sentarme quitarme la mochila y suspirar profundamente en el
final de la jornada. Después de 12 horas caminando rápido (contando las
paradas; 1hora y media aproximadamente) había logrado el objetivo, había
conseguido hacer los 42km que distaban entre Brod Bay y Shallow Bay, con unos
15kg a la espalda.
A parte de la zona de
acampada había un refugio de lo que no tienen guardabosques dentro y en el que
no había nadie esa noche, chequee el libro de visitas para saber con qué
frecuencia pasaba el guardia y con qué frecuencia había gente allí. Había
entradas de hacia 3 o 4 años así que no debía de ser un problema el pasar la
noche allí sin pagar. Después de haber estado sentado durante media hora descansando
y revisando el libro de visitas me dispuse a ir a por leña para encender un
fuego en la maravillosa chimenea del refugio, sin embargo al ir a levantarme
mis pies no tenían fuerzas para sustentar mi cuerpo, había sido una largo día
para ellos, así que tuve que gatear y arrastrarme moverme dentro del refugio.
Ese día tuve una cena especial, una combinación de todo lo que tenia: arroz,
manzana, puré de patatas, y fideos chinos (noodles) que la verdad no sé si era
por el hambre o mi habilidad mi tolerancia con la mayoría de los alimentos lo
encontré exquisito, muy cerca de plato de restaurante.
Día 9- Kepler
track-Invercargill-Fortrose
El día siguiente me
lo tome con más tranquilidad ya que le había ganado un día a la planificación,
así que me prepare el desayuno, encendí un fuego en la playa y me di un baño en
el lago, el segundo. También había jabón en el refugio así que aproveche para
usarlo y para limpiarme una rozadura del pie que se me había infectado un par
de días atrás y que por desgracia no había podido limpiar más que con suero por
que la crema antibiótica y el betadine que tenia habían caducado y los había
tirado antes de empezar para no llevar más peso de la cuenta. En el camping
había dos tiendas enormes como si fueran de circo que parecían abandonadas, ya
las había visto la noche anterior pero estaba tan cansado que ni les había
prestado atención. La curiosidad empezó a crecer y empecé a gritar preguntado
si había alguien. Solo la brisa y algún pájaro exótico contesto, así que me
dispuse a investigar. Al abrir la primera encontré que no había nada dentro,
así que me dirigí a la segunda, en esta si había cosas, habían montado como una
cocina dentro y parecía que no había habido gente en los últimos 2 días, eche
un vistazo por encima y me tome la libertad de coger algunos suplementos para
mi dieta, un poco de queso, un par de barritas de cereales, unas galletas y
unas cuantas mandarinas, nada en abundancia. La suerte me acompañaba de nuevo y
justo cuando salía de la bahía, una barca llegaba a la playa donde se
encontraba el camping. Tras acabar la ruta en Rainbow Reach volví a la
carretera para alejarme de los Alpes del Sur y dirigirme a la costa sudeste.
Por suerte para mis pies, las grandes rutas se habían acabado y ahora solo me
esperaban kilómetros de asfalto con el dedo gordo apuntando al cielo.
Un viaje hasta Te
Anau y desde allí pude conseguir uno directo hasta Invercargill aunque con
algunas paradas. Un cazador que volvía a casa y que tenía que hacer un par de
trabajillos por el camino. Tras una hora de camino, paramos en una lechería
para que tintara unos cristales que reflejaban luz en una cámara, mientras
tanto yo me dedique a ver como 1000 vacas entraban en la central para ser
ordeñadas y me pregunte cuantos litros de leche se sacarían a la semana ya que
las ordeñan 2 veces al día durante todos los días del año. No llegue a ninguna
conclusión pero me dedique a observarlas y a disfrutar del buen tiempo que me
acompañaba. Al llegar a Invercargill había hecho una nueva adquisición, venado,
carne de ciervo recién cazada que me había dado el cazador que me había
recogido. Le di las gracias y continúe mi camino para alejarme de la “gran”
ciudad, ya había comprobado que no es fácil sobrevivir en las ciudades sin
dinero. Me dirigí a Fortrose, un pequeño pueblo en el comienzo de la costa
sudeste denominada “The Catlins” donde me esperaban pingüinos, delfines, focas
y leones marinos acompañanados de los impresionantes paisajes marinos de la
zona. Y esa noche disfrute de una impresionante puesta de sol en la playa y un
magnifico cielo estrellado.
Día 10-
Fortrose-Nugget point
No necesite alarma
esa mañana ya que me desperté con el “claqueteo” de la lluvia golpeando contra
la funda vivac. Afortunadamente esta vez la tenía puesta. Me quede un rato ahí
dentro esperando que la lluvia amainara un poco para mojarme lo menos posible. Afortunadamente,
paro, y en menos de diez minutos ya había recogido todo el equipaje y estaba en
la carretera. Tiempo justo para no mojarme ya que empezó a llover de nuevo. Fui
a la única tienda del pueblo para que me rellenaran la botella de agua y me eche de nuevo a la carretera. Tras unos 5 km andados pude conseguir un viaje que me llevo
hasta el siguiente pueblo donde resguardado en una parada de autobús aproveche
para desayunar, hacerme un té y secarme un poco antes de volver bajo la lluvia
a esperar fortuna. En menos de 2km había conseguido otro viaje que me llevo
hasta Waikawa, a solo 6km de Curio Bay mi primer destino en Catlins donde
podría ver delfines surfeando en las olas y pingüinos. Entre en el museo
gratuito del pueblo para esperar que amainara un poco y para secarme y
aproveche para ver la cantidad de artilugios de hace 2 o 3 siglos que tienen
aquí de cuando colonizaron la isla. A mitad de camino de Curio Bay me encontré
con una japonesa que iba en bicicleta y me dijo que no había ni delfines ni
pingüinos, que era un mal día para ir. Charlamos un rato mientras volvíamos a
Waikawa y me dio un par de riquísimas galletas. En tan solo dos viajes me había
plantado en Nugget Point donde tenía planeado pasar la noche, el mal tiempo no
acompañaba y no había muchos coches en la carretera así que iba a tener que
andar mas a partir de ahora. Me acerqué al faro y la fuerza del viento golpeo
mi cara al asomarme al mirador. Tenía que agarrarme a la barandilla para no
perder el equilibrio. El buen tiempo que me había acompañado hasta ahora se
había acabado y a pesar de que los días serian menos duros físicamente lo
serian más moralmente. Volví a la bahía donde había un refugio que servía para
observar los pingüinos. Eran las 16:00 de la tarde, así que decidí esperar por
si venia gente y pasar la noche allí, así por lo menos estaría resguardado del
viento y de la lluvia. Mientras tanto me dedique a mirar los pingüinos y su
graciosa forma de andar. Empezó a llegar gente ya que era la hora en la que los
pingüinos salen del agua después de haber estado pescando todo el día para
volver a sus nidos. Apareció una pareja de Inglaterra que había estado viajando
y estuvimos charlando mientras veíamos como los pingüinos saltaban de piedra en
piedra con dificultades para llegar a sus nidos. Les conté mi historia y se
ofrecieron a llevarme a un camping al que iban a ir y darme los 3$ que me
faltaban y al día siguiente llevarme a Dunedin que era mi próximo objetivo.
Tras un pequeño debate acepte su hospitalidad y fuimos al camping donde el
dueño me dejo dormir en un cobertizo en obras para protegerme de la lluvia.
Compartí mi carne de venado con ellos y tuvimos una deliciosa cena dentro de su
furgoneta y después vimos una película, todo comodidades después de lo que me
esperaba.
Día 11-
Nugget point- Dunedin
Tengo que decir que
se duerme muy bien cuando estas bajo techo, solo la sensación de no despertarte
con el saco mojado por la humedad te da energías para empezar el día. Tras un
desayuno ingles que me invitaron nos pusimos en marcha siguiendo los consejos
del dueño del camping para ir a Cannibal Bay donde podríamos ver elefantes
marinos, leones marinos y focas, finalmente solo conseguimos ver los dos
últimos, y después nos pusimos en camino a Dunedin. Una vez en la ciudad nos
dimos cuenta que no había mucho que ver o hacer allí, pero me ofrecieron
quedarme con ellos y al día siguiente partir hacia Christchurch, mi destino
final. A mí no me importo ya que tenía el viaje asegurado y había visto todo lo
que tenía que ver. Les explique que no quería ser una molestia pero de nuevo
insistieron en que me quedara con ellos así que no tuve más remedio que
aceptar. Fueron de compras y yo me dedique a ser su perrito faldero pero era
cómodo, no tenía que llevar mi mochila a cuestas ni preocuparme por conseguir
un viaje. En cuanto terminaron las compras salimos de la ciudad y nos dirigimos
a un camping que estaba en las afueras de camino a Christchurch. De nuevo vimos
una película y esta vez como estaba lloviendo me ofrecieron quedarme en la parte
de delante de la furgoneta. Tras rechazar la invitación numerosas veces y que
me lo pidieran incansablemente acepte, total era un sitio seco, lo único que no
quería es molestar. Así que vimos otra película y me dieron chocolate, un
producto que no había probado desde España.
Día 12-
Dunedin- Winchester
Después de esos dos
días nos habíamos tomado cariño mutuamente así que ya me incluían en sus planes
con toda normalidad e incluso me preguntaban si yo quería hacer esto o lo otro.
Yo siempre me abstenía y ellos siempre estaban de acuerdo así que era una
perfecta simbiosis. Paramos en Timaru, una ciudad a mitad de camino entre
Dunedin y Christchurch. Fuimos al museo al supermercado y en la oficina de
información nos dijeron un sitio donde podíamos acampar gratis que estaba a una
hora y media de Christchurch. Yo no tenía prisa por llegar y ellos tampoco así
que volví a pasar otra noche con ellos, de todas formas no tenia sitio donde
dormir en Christchurch y ya sabéis que las ciudades no es un buen sitio para
estar sin dinero. Esta vez pese a que estaba lloviendo intentamos hacer un
fuego para calentarnos así que comenzamos a cortar leña, menos mal que siempre
llevo el cuchillo de supervivencia para estos casos. Tuvimos suerte y un hombre
que estaba paseando a su perro nos vio y nos trajo leña seca por lo que se hizo
más fácil empezar el fuego, y así tuvimos un maravilloso fuego donde sentarnos
a contar historias como si de una acampada de colegio se tratara. Esta vez no
hubo película pero volví a dormir en la furgoneta seco que siempre es agradable
además ya había cogido la postura y dormía del tirón, con una pierna entre el
volante y rodeando la palanca de cambios con la rodilla.
Día 13-
Winchester-Lake Pukaki
Al parecer no tenían
tanta prisa en llegar a Christchurch y como les había hablado maravillas de
Lake Pukaki, decidieron ir allí antes de ir a Christchurch para no tener que
volver, ya que ellos se quedaban allí trabajando antes de irse a Australia a
hacer la temporada de invierno en una estación de esquí. De nuevo no me importo
compartir trayecto con ellos pese a haber estado ya en el lugar, pero de nuevo
no tenia sitio donde quedarme y me habían dicho que Christchurch se podía ver
en unas cuantas horas. El día no acompañaba para disfrutar de las vistas como
se merecía pero habían mirado el tiempo y a la mañana siguiente estaría
despejado. El día transcurrió prácticamente alrededor de un fuego que empezamos
y que duro casi 12 horas hasta que nos acostamos.
Día 14- Lake
Pukaki- Christchurch
La mañana se despertó
despejada y aunque fue un poco tímido el Mt Cook asomo su impresionante cima y
el cuento se hizo realidad. Nos pusimos en marcha bastante rápido ya que había
que llegar a Christchurch que aun estaba a unas 4 horas de camino. Al llegar
allí pudimos ver la dura mano de la naturaleza, como el simple movimiento de la
tierra generado por un terremoto puede acabar con una ciudad. La mayoría de las
calles estaban en obras, cerradas, grúas por todas partes y montañas de
escombros. Las calles mostraban grietas por todas partes, las aceras eran
irregulares cuando había y un ambiente de decadencia rodeaba la ciudad. Llego
el momento de la despedida. Les agradecí una y mil veces todo lo que habían
hecho por mí, les di mi dirección de correo y mi teléfono por si venían a
Auckland, y nos deseamos suerte mutuamente. Volvía a estar solo tras unos
excitantes días en compañía, pero en cierto modo anhelaba esa soledad, esa
libertad de poder dirigirte a cualquier sitio sin tener que dar explicaciones o
simplemente quedarte callado para escuchar el mundo moviéndose a tu alrededor.
Tenía ganas de explorar por mi cuenta así que pedí un mapa en la oficina de
turismo y pregunte por todas las actividades gratuitas que había en la ciudad.
Fui al museo que sorprendentemente y pese al aspecto antiguo que tenía, no
había sido dañado y estaba abierto al público. La exposición que más me impacto
fue la de los viajes a la Antártida y al polo sur y toda la historia que hay
sobre ello. Después me dirigí a la principal atracción de la ciudad, el centro
comercial que han construido en el centro con contenedores de los barcos, y es
realmente impresionante lo bien que lo han hecho y lo conseguido que
esta. Aquí la mujer de un español con el que había estado hablando en la puerta
de la oficina de información, vino por qué me estaba buscando para darme
dinero. De nuevo lo rechace pero insistió en que aceptara al menos el dinero
del autobús al aeropuerto. Estuvimos charlando un rato y me conto como les
había ido su luna de miel, y yo le conté como había ido mi viaje, un rápido
intercambio de historias y claramente dos puntos de vista diferentes. Ellos
estaban “cansados de tanta naturaleza” y yo estaba “cansado de tanta ciudad”
La siguiente
atracción y la última que había en el centro era un bar, sala de exposiciones y
de conciertos que habían construido con pales de madera apilados. Estaba
bastante conseguido. Y pensé “Es impresionante la capacidad creativa humana
como crece cuando menos recursos hay”. Luego volví al centro comercial de contenedores
y me hice, la ultima cena, un revuelto de todo lo que me quedaba que de nuevo
me pareció una especialidad gourmet. Poche las manzanas con los polvos de los
fideos, freí las zanahorias y lo poco que quedaba de la mortadela. Coci el
arroz con piri-piri y la salsa que se había creado y con el caldo sobrante hice
el puré y los fideos, todo en la misma olla. ¡Vaya cena propia de un final
feliz!
De camino al
aeropuerto pare en el McDonald para gastarme los pocos céntimos que me habían
sobrado del dinero que me había dado la española en un par de helados de
60centimos. Y de nuevo tuve suerte al encontrar mantequilla y mermelada para
mis dos últimas rebanadas de pan que tenia guardadas para antes de montarme en
el avión. Después tranquilamente camine hasta el aeropuerto y volví a montar mi
campamento una vez más.
Día 15-
Christchurch- Auckland
Me desperté a las 5
ya que el avión salía a las 6.30 de la mañana y me desperté rebelde. Ya que no
me habían pedido el pasaporte, DNI o carnet de conducir en el vuelo de ida,
decidí examinar la seguridad de los aeropuertos en Nueva Zelanda. Lo primero
que hice fue prepararme el desayuno, un par de tostadas y té, para lo que
necesite encender el infernillo en medio de la terminal para mis tostadas. No
recibí ninguna amonestación y a nadie pareció importarle el olor a quemado
característico de unas tostadas cuando se hacen en una olla. Estaban deliciosas
por cierto. Decidí arriesgarme un poco más y deje la bombona de gas dentro del
equipaje facturado, cosa que está totalmente prohibida. Fui un poco precavido y
la deje a mano por si me registraban la mochila que no tardara mucho en salir.
La segunda vez no me sorprendió pero no me pidieron ningún tipo de
identificación ni en el check-in ni en el control de seguridad y el billete
solo me lo pidieron en el avión para sentarme. Lo que si me esperaba es que me
registraran la mochila pero de nuevo sorpresa, la mochila estaba intacta y con
la botella de gas dentro. Una sonrisa se dibujo en mi cara, había llegado a
casa podría dormir en una cama después de 14 días y comer carne y verduras que
las echaba de menos y lo mejor de todo que aun tenía el dinero que me habían
dado para sobrevivir hasta mayo. El viaje había sido todo un éxito.
Quiero agradecer a
todas las personas que me han ayudado en este viaje por haberlo hecho de esa
forma tan cariñosa y desinteresada, y por compartir sus historias y su tiempo
conmigo. A todos ellos, ¡Mil Gracias!
Caminate, son
tus huellas
el camino y
nada más;
Caminante, no
hay camino,
se hace
camino al andar.
Al andar se
hace el camino,
y al volver
la vista atrás
se ve la
senda que nunca
se ha de
volver a pisar.
Caminante no
hay camino
sino estelas
en la mar.
Gracias al Universo por toparme con tu blog. Leído de principio a fin el mismo día en el que me topé con él. Inspiras, sigue!!
ReplyDeleteMe alegro que te guste!!
DeleteNo está muy actualizado porque he cambiado a una nueva web www.spinonland.com
Gracias por tu apoyo!
Hala!!! Pues me daré otro atracón de entradas con la nueva web! Gracias a ti, por compartir.
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